Uno de los grandes factores que hacen que la gente no se arriesgue a hacer algo, aproveche oportunidades, o pruebe nuevas experiencias es la falta de confianza y motivación en uno mismo.
La motivación busca encontrar «motivos» para realizar las cosas que se deben realizar. La parte capciosa es… aplicar los conceptos a nuestra vida.
Por el método de la repetición, práctica y hábitos se puede llegar a mejorar nuestra determinación hacia una meta y finalmente poder lograr lo que queremos.
• Escribe tus planes en papel. Especifica tus metas y la forma en que las vas a alcanzar.
• Sé específico. El consejo que tú mismo te des debe poder ponerse en práctica.
• Rompe las tareas en piezas pequeñas que puedan ser manejadas fácilmente.
• Establece puntos de verificación de tu progreso acompañados de recompensas.
• Llámate la atención sobre los beneficios que esperan al completar tus tareas.
• Evita tentaciones y circunstancias que te desvíen de tus metas.
• Reconoce tus limitaciones. No te fijes metas irreales.
• Reconoce y aprovecha tus picos de energía.
• Usa la motivación negativa. Recuerda las consecuencias de tu falta de acción.
• Lleva un control de tu tiempo. No dejes que una tarea tome control sobre las demás.
• Establece plazos concretos y aférrate a ellos.
• Aprende a distinguir honéstamente entre «No puedo» y «No quiero».
• Empieza ¡ahora! No titubees.
• Mejora tu habilidad para persuadirte a sí mismo.
• Sé optimista y tus posibilidades de éxito aumentarán.
• Decide cómo quieres empezar y qué debes hacer primero.
• Lee mucho. Especialmente escritos relacionados con tu situación actual.
• Utiliza elementos que llamen tu atención: notas, avisos, recordatorios, pistas.
• Prométete recompensas.
• Usa el estímulo que recibes de las buenas noticias para hacer trabajo extra.
• Reconoce los conflictos y toma decisiones.
• Date el derecho de cometer errores. Nadie es perfecto.
• Ejercita tu sentido del humor. La risa indica un punto de vista realista.